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martes, 23 de octubre de 2007

Las mejores fundas


Estrechitos, cómodos, oprimentes... todos los mayores de edad deberían estar familiarizados con ellos. Nos referimos a los preservativos, esos socorridos elementos que lo mismo sirven para evitar enfermedades de transmisión sexual a embarazos no deseados, que para dar algo de sabor y color a las relaciones. Se dice que los más jóvenes se olvidan de usarlo, pero El Perinqué lo tiene muy presente.

El preservativo es una fundita de látex o poliuretano que se coloca en el pene erecto y es un método anticonceptivo que previene enfermedades de transmisión sexual. Si aún no los conoces y eres mayor de edad, debes empezar a preocupate.
Pero más inquietante es que el 42% de los jóvenes españoles reconozca que ha mantenido sexo sin usar protección. Por lo visto, ellos no van preparados para no parecer sexópatas, y ellas tampoco para que no se las tome por fáciles. Al final, las cifras son tristes. Al año se producen unos 9.000 embarazos no deseados en nuestro país.

La solución es fácil y universal. Los condones se pueden comprar en supermercados, bares, estancos, bazares y también en farmacias.
En Argentina y Uruguay lo llaman forro; máscara o gorrito, en México; poncho o jebe en Perú; en EEUU son rubbers y en Gran Bretaña, johnny o love glove (guante del amor).
Son muy seguros. Los piojos púbicos y las verrugas genitales son los únicos achaques sexuales a los que las gomitas no pueden poner coto. Aunque a veces se producen fallos. «Mis hermanos me llaman la escurridiza porque nací de un condón picado», comenta una de nuestras encuestadas en un sondeo realizado, como siempre, en las inmediaciones.

HISTORIA.Los primeros condones los inventaron los egipcios. Los muy avispados intuyeron la relación del semen con la concepción y ya en el año 1000 A.d.C. confeccionaban funditas de tela. También se dice que ya habían echado el ojo a pulmones de pescado o vejigas de cabra para evitar la inseminación.
Los condones más antiguos que se conservan datan del siglo XVI y se supone que eran propiedad de los hombres que frecuentaban los burdeles. Como los chorizos, estaban hechos de tripa de animal. Los ingleses fueron los primeros que comercializaron preservativos de látex a finales del siglo XIX. Pero no fue hasta los años 50 del siglo XX cuando su venta se generalizó.

Hay un condón femenino, pero la bolsa vaginal no ha tenido tanto éxito.
Una cosa fundamental para no llevarse disgustos es fijarse en la fecha de caducidad. «Yo siempre llevo uno de reserva. Llevo años con él. Es un gran reserva», comenta una encuestada que está en plena racha de sequía.

Los hay de distintos colores, con texturas rugosas, con sabores para los que gusten de churrepetear, gruesos para evitar sorpresas, finos para tener mayor sensibilidad, luminosos para enseñar el camino en la oscuridad, musicales e incluso mortíferos, como el del divertido El condón asesino, un cómic creado por Ralf König en la época de la eclosión del Sida, en el que narra el pánico que sembró la aparición de un preservativo dentado que disfrutaba amputando penes a los gays de una ciudad.
Ahora, las farmacias venden condones tuneados que incorporan en el aro de su base un pequeño vibrador. «Lo probé. Pero mi mujer me dijo: ¡quítate ese cacharro ahora mismo de ahí!».
Seguro que este ingenio ya está en los estantes del Museo del Condón, en la localidad francesa de Condom, famosa por fabricar profilácticos con sabor a armagnac, el vino de la región. A ver si alguien toma nota y nos sacan un condón autóctono con sabor a ron miel.

1 comentario:

Clara dijo...

he encontrado este articulo y me ha gustado por eso lo he colgado aqui, ademas es de los divertidos y muy explicativos para quien quiera leerlo y no se de de listo/a que a todos siempre nos hace falta aprender algo y todos los dias se aprende algo nuevo o se recuerda algo viejo que hacia ya mucho tiempo que no lo recordabamos