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sábado, 9 de febrero de 2008

Una modalidad de riesgo: el aquasex


En Argentina están que arden, ya se sabe que los calores estivales y las ropas ligeras aumentan la líbido. Por eso, algunos no dudan en darse un revolcón en el agua, ese lugar discreto en el que nadie se percatará de lo que ocurre bajo el mar, a menos que pase por allí algún buceador indiscreto. El meneíto de las olas, el cuerpo calentado por el sol, la piel desnuda y brillante... todo hace que el mar o la piscina aviven la pasión.


Estos escenarios «nos vinculan con placeres muy primitivos. Recordemos que provenimos del agua». Pero estos idilios costeros tienen sus ventajas e inconvenientes. Entre las primeras, la experta destaca la facilidad para explorar todo tipo de posturas y emular a los contorsionistas del Circo del Sol. Además, la piel y el pelo mojados suelen servir de reclamos visuales. «Es algo bien diferente y con mucha adrenalina. Me encanta sentirla (a su pareja) toda mojadita», comenta Joaquín, un lujurioso joven de 27 años gracias al cual los lectores de los diarios argentinos más playeros mirarán con otros ojos a las parejas que se besuquean mientras están en remojo. Más complicado parece besarse o tener sexo oral bajo el agua.


Para estos menesteres es recomendable tener agallas, porque la cosa puede degenerar en un ataque de tos que rompa todo el romanticismo o, peor aún, con un boca a boca realizado por cualquier individuo con nociones de primeros auxilios. «Lo que le faltaba a Sandokán, ¡estar auxiliando a gente que se ahoga por hacer boberías donde no debe!», espeta un voluntario a realizar reanimaciones a mujeres atrevidas y que aprovecha la ocasión que desear la pronta recuperación del héroe de El Puertillo. PROBLEMÓN.


Volviendo a las maniobras húmedas que nos ocupan, al parecer, una de las complicaciones que presenta es el correcto uso del método anticonceptivo. A ver quién es el guapo o la guapa que coloca bien el preservativo con el arrullo de las olas, el viento de babor, el mástil hundido y al albur de las corrientes de las profundidades... De hecho, muchos descartan esta proeza submarina y dan por cerrada la sesión de aquasex no sin antes pasarse un buen rato en el agua esperando a que amaine el temporal en su miembro.


En el reportaje difundido por Derf, una experta uruguaya en la práctica de esta modalidad acuática dice que la cosa es tan complicada que más vale colocar la dichosa fundita fuera del agua. «Si no se pierde la erección, no suele haber ningún problema con que se utilice hasta el final», comenta la docta muchacha. Otra de las falsas creencias que existe en torno esta práctica es que puede resultar dolorosa para la mujer, porque el líquido limpia la lubricación.


Pero los especialistas afirman que, si está bien estimulada, no debería causar molestias. De todas formas, en estos días el agua del mar está heladita y en verano las playas estarán repletas de gente. Aunque seguro que hay parejas intrépidas capaces de hacerlo en agosto, en Las Canteras y a las 4 de la tarde. Al resto de los mortales siempre nos quedará una buena ducha o soñar con una playa paradisíaca, a ser posible de Argentina.

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