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lunes, 29 de octubre de 2007

Encuentros en el más allá


El ascensor, la escalera, el lavabo de una biblioteca pública, los probadores de un centro comercial, un parque... cualquier sitio es bueno para cambiar la rutina y escapar de las cuatro paredes del dormitorio. Hoy vamos de ruta por los insospechados lugares en los que la gente se aventura en busca de la pasión y, sobre todo, del morbo.
Los escenarios insólitos forman parte de las fantasías sexuales de la mayor parte de los mortales. Algunos no tienen más opción que buscar sitios tranquilos para entregarse al placer, sobre todo, los más jóvenes que no tienen un techo propio y se las apañan como pueden, normalmente en el socorrido coche. Otros sienten la llamada de la selva en los lugares más insospechados y logran cumplir con sus fantasías menos inconfesables. La casa tiene muchos sitios con encanto para este tipo de exploradores sexuales; el armario, la cocina, el pasillo, en el suelo, la bicicleta estática, la mesa del comedor, la terraza... Pero esta filia por el sexo en sitios nuevos va más allá de las fronteras domiciliarias. Los lavabos públicos son los sitios más visitados para estos fines. De ellos, los más deseados son los de los aviones. Los cines, los parques, los cajeros, los ascensores, los probadores de un comercio, la playa sobre la arena o dentro del agua... cualquier sitio es bueno para sentir la adrenalina en unos encuentros incómodos y breves, que quedarán fijados en la memoria durante mucho tiempo. El campo despierta el lado más salvaje de los amantes. «Yo me echo a correr por el barranco y me convierto en Tanausú jalando por los pelos a mi Guayarmina», confiesa un hembro que se transforma cuando sale por esos montes. Incluso hay quien dice que, estando de acampada con la parentela, ha tenido que encaramarse a un árbol para mantener un poquito de intimidad, más allá de hijos, padres, sobrinos y demás familia. Otros añoran el viejo pajar del bisabuelo en Fontanales, que, para disgusto de cierta pareja aficionada a darle uso, desapareció con el declive del sector primario en la Isla.
FILIA ENFERMIZA. Pero no todos son tan bucólicos. De hecho, el gusto por practicar el sexo en lugares públicos se ha desmadrado y, como suele suceder, se ha convertido en algo enfermizo para ciertas personas. La moda de copular a la luz del día en lugares pactados y ante espectadores ya tiene nombre, se llama dogging y se ha convertido en un fenómeno social en Inglaterra y Brasil, donde la práctica cuenta con miles de adeptos. Allí, los exhibicionistas anuncian a través de Internet el lugar y la hora donde mantendrán el contacto físico, normalmente un parque o un aparcamiento. El reto consiste en hacerlo delante de decenas de personas y huir antes de ser pescados por la policía, aunque la cosa puede degenerar aún más y convertirse en orgía. La tendencia perruna también ha llegado a España bajo el nombre de cancaneo. Este delito sin víctimas constituye un foco de transmisión de enfermedades sexuales, ya que las urgencias de estos coitos impúdicos y exentos de cariño impiden, en muchas ocasiones, el uso de profilácticos. Está bien cambiar de aires, pero estos ayuntamientos patológicos han dejado tan descolocado al perinqué que ya no sabe ni dónde está.

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