SI QUIERES TU TAMBIÉN PUEDES

domingo, 4 de noviembre de 2007

No me llames extranjero

NO ME LLAMES EXTRANJERO.


No me llames extranjero
porque haya nacido lejos
o porque tenga otro nombre la tierra
de donde vengo.
No me llames extranjero
porque fue distinto el seno
o porque acunó mi infancia
otro idioma de los cuentos.
No me llames extranjero
si en el amor de una madre
tuvimos la misma luz
en el canto y en el beso
con que nos suenan iguales
las madres contra su pecho.
No me llames extranjero
ni pienses de donde vengo.
Mejor saber dónde vamos,
a dónde nos lleva el tiempo.
No me llames extranjero
porque tu pan y tu fuego calman
mi hambre y mi frío
y me cobija tu techo.
No me llames extranjero.
Tu trigo es como mi trigo,
tu mano como la mía,
tu fuego como mi fuego,
y el hambre no avisa nunca,
vive cambiando de dueño.
Y me llamas extranjero,
porque me trajo un camino,
porque nací en otro pueblo,
porque conozco otros mares,
y un día zarpé de otro puerto.
Si siempre quedan iguales
en el adiós los pañuelos
y las pupilas borrosas
de los que dejamos lejos
los amigos que nos nombran
y son iguales los besos
y el amor de la que sueña
con el día del regreso.
No, no me llames extranjero.
Traemos el mismo grito,
el mismo cansancio viejo
que viene arrastrando el ser humano
desde el fondo de los tiempos
cuando no existían fronteras
antes que vinieran ellos;
los que dividen y matan,
los que roban, los que mienten,
los que venden nuestros sueños,
ellos son los que inventaron
esta palabra EXTRANJERO.
No me llames extranjero,
que es una palabra triste,
que es una palabra helada,
huele a olvido y a destierro.
No me llames extranjero. Mira
tu niño y el mío,
cómo corren de la mano
hasta el final del sendero.
No los llames extranjeros.
Ellos no saben de idiomas,
de límites, ni banderas. Míralos,
se van al cielo
con una risa paloma
que los reúne en el vuelo.
No me llames extranjero.
Piensa en tu hermano y
el mío,
el cuerpo lleno de balas
besando de muerte el suelo.
Ellos no eran extranjeros,
se conocían de siempre.
Por la libertad eterna
igual de libres murieron.
No me llames extranjero.
Mírame bien a los ojos
mucho más allá del odio,
del egoísmo y el miedo,
y verás que soy persona.
NO PUEDO SER EXTRANJERO.

Rafel Amor y Alberto Cortez.

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